Nació en Pasto en el hogar formado por el Dr. German Hoyos Mejía y la señora Nohemí Santander de Hoyos, el 16 de Diciembre de 1.924.

Realizó sus estudios primarios y secundarios en el Liceo de la Merced, dirigido por las Madres Franciscanas de María Inmaculada. 

Sus estudios universitarios los adelantó en la Pontificia Universidad Bolivariana de Medellín, obteniendo el título de Trabajadora Social,  su  trabajo de  grado fue  sobre  el carácter   en junio  de 1942.

Terminada su carrera, con su  experiencia  en las  comunas  en Medellín, buscan dar respuesta desde su fe, a la injusta situación de pobreza que viven muchas familias de la ciudad de Pasto y muy especialmente del barrio Obrero,  y con  un grupo de   compañeras  del  Liceo la  Merced  Maridiaz,   apoyadas por la Diócesis de  Pasto,  quien además otorga la personería  Jurídica  Eclesial,  se  crea un CENTRO SOCIAL,  que se denominó “Residencia Social Corazón de María”, se llamaría posteriormente Centro Proinco y actualmente Fundación PROINCO, cuyo objetivo  inicial fuel la promoción de mujeres jóvenes y adultas del “Barrio Obrero” por medio de la enseñanza de actividades hogareñas y de charlas formativas.

Se impulsaron  dos talleres, uno de confecciones y otro de artesanías que satisfizo en algo la falta de trabajo de las mujeres que el mismo centro había  capacitado en dichas labores.

En 1.973, tuvo la oportunidad de recibir una beca del INODEP,” Instituto Ecuménico para el Desarrollo de los Pueblos” en Paris, para revisar la acción realizada a la fecha, conjuntamente con personas del tercer mundo con similares experiencias de Trabajo Social.

La motivación para  asumir el riesgo que implica sacar adelante las anteriores actividades ha sido sencillamente el compromiso fraternal cristiano.

La vida de Rosita y la de la Fundación PROINCO, no pueden separarse. Son un ejemplo claro de la inmersión de una y otra. La obra representa los ideales y realizaciones, de una mujer Nariñense, cuya capacidad de afecto y sensibilidad, alcanza ya tres generaciones y una cobertura considerable en el Departamento.

La observación de sus emprendimientos nos hace recordar el prototipo de la mujer bíblica y sin asomo de dudas, la podríamos señalar como símbolo de la mujer nariñense: emprendedora, valerosa, profundamente enamorada de sus ideales, con increíble capacidad de trabajo y con una permanente actitud de entrega a sus semejantes.  Cientos de familias de escasos recursos deben su pan a la prodigiosidad de su vida, que sin aspavientos ni actitudes paternalistas promueve trabajo y brinda oportunidades a quienes más lo necesitan.  Fácilmente podemos resumir su existencia: es una oración diaria que se eleva a Dios por los hombres.